Gracias a quienes leen, difieren y comentan, sus puntos de vista divergentes ayudan a enriquecer este espacio... Porque se toman en cuenta, no lo digo nada más por quedar bien...
Los jardines de la Biblioteca Central.
Terminó la campaña de los vendedores antes desalojados y ahora reubicados, ¿Por qué? Pues porque ya les dieron pequeñas casetas para vender de modo regulado. Las señoras de los antojitos reacondicionaron su espacio, la mitad de los espacios mercantiles funcionan ya y no veo que más allá de este semestre terminen de ubicarse.
Este es mi punto: ¿Ya no van a pelear por los macetones?, ¿Ya no están inconformes con el empedrado de la Biblioteca Central?
Ni les interesaba la seguridad de los estudiantes de la FFyL (pues de no haber macetas en el suelo, estarían ellos) ni les apura ya el asunto de las piedras, estas ya no representan un icono de la cerrazón y la clausura de conciencias...
¿Alguien los culpa? Para nada, ellos sólo defendían su modo de vida, qué bueno que hubo modo de que la situación fuera mediada.
Hace un par de semanas, no obstante, otro frente se presentó a objetar la intromisión de las piedras y las macetas en nuestras vidas: Estudiantes de arquitectura.
Por una parte, dijeron que era verdad que los macetones son un peligro en caso de evacuación (no es que no lo supiéramos, pero no es lo mismo cuando lo dicen ellos que saben de protección civil); además, dijeron que el proyecto original de la Biblioteca Central no contemplaba los jardines de piedra y se incurría con esta modificación en un tipo de violencia para con la Biblioteca Central y el Campus de Ciudad Universitaria.
Es un argumento formidable.
¿Qué más quisieramos que preservar la Universidad que es patrimonio de la humanidad?Los estudiantes de arquitectura tienen razón en que:
a) no conviene tener macetones en los pasillos (y creo que estarían de acuerdo en que vendedores ambulantes tampoco, pero si pongo palabras en su boca desmiéntanme), pues es inseguro.
b) No se debe violentar el proyecto arquitectónico original de la Biblioteca Central con piedras.
Pero de nuevo... ¿El jardín de la Biblioteca Central estaba pensado para ser cantina los viernes?, los pasillos aledaños estaban pensados para ser fumaderos de marihuana?
Se dijo que sería de lo más triste que el jardín de la Biblioteca Central fuese conocido en el futuro como "el patio de las piedras"; ¿no es igualmente desaveniente que tengamos "el jardín de las chelas" y el "andador de la mota"?
El punto -en ningún momento- no es censurar el consumo de drogas y alcohol, sino decir que cada cosa tiene su lugar: Leer, conversar, estudiar se hace en la biblioteca central; drogarse o embriagarse en otro lado fuera de la Universidad.
No es mi ánimo cuestionar la lucha de los estudiantes de arquitectura, como dije, su argumento es formidable; sí plantearía la siguiente pregunta: ¿El proyecto arquitectónico no encuentra agravio en el uso que se da a las instalaciones?, y más aún ¿el patrimonio de la humanidad debe estar dispuesto para que nos droguemos y embriaguemos?
Hay qué decir también que las piedras no resultaban desagradables para todos ; cierto, era una minoría aquella a la cual agradaban y más bien les parecía divertida la idea de que se siguieran metiendo a beber y drogarse entre las piedras, y luego se pusieran a brincar. Pero este no es un asunto de contentar a la gente, si ha prevalecido la idea de custodiar nuestra universidad porque es patrimonio de la humanidad, defendámosla de las autoridades cuando han errado, sí; defendámosla de los estudiantes cuando yerran también.
Será bello que regresen los jardines de la Biblioteca Central; ojalá con ellos venga un espíritu de responsabilidad, y no se trate del éxito de un berrinche universitario.
Explico pues el título de esta entrada: Se fueron las piedras, se quedó la cerrazón.
Ya está en curso la restauración de los jardines, y en consonancia con la maquinaria pesada se dejaron oir altavoces la semana pasada arrojar las siguientes consignas (obvio no por parte de los estudiantes de arquitectura que dieron el otro argumento; eran los inconformes de siempre):
1) La universidad -Narro- desperdicia dinero en remodelar jardines y luego en des-remodelarlos...
Bueno, como se dijo recién, es cierto que es mejor conservar nuestra universidad en condiciones óptimas; no sé de qué manera les parece que dar buen uso a las instalaciones universitarias es ponerse a gritar afuera de una biblioteca... Las bibliotecas son para estudiar, leer, escribir... Suele sugerirse y demandarse silencio en su interior... Tal vez no tengan mucha noticia de cómo se usan y por ello les parece pertinente ponerse a vociferar sus ideas al exterior de la Central... Y llevar grupos de hip hop... ¿Le preguntaron a los usuarios de la biblioteca si su música les estorbaba al estudiar? Es cierto, ojalá no se hubiera hecho el doble gasto, pero negar que se demandó la restauración del jardín y se ignoraba que tendría un costo llevarla a cabo es simplemente tonto.
2) Es injusto que los estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras no tengan ya estacionamiento.
El estacionamiento destinado para Académicos y trabajadores de la Biblioteca Central y la Facultad de Filosofía y Letras resultaba insuficiente en su formato anterior; la bahía que era de libre acceso se había vuelto ya nicho de conflicto porque nadie quería ser el que se tuviera que ir a estacionar al estadio... ¿A dónde? Al estadio Olímpico Universitario, donde de manera gratuita todos los miembros de la comunidad universitaria pueden estacionarse; el transporte gratuito Pumabús lleva a los usuarios del estacionamiento a cualquiera que sea su destino en Ciudad Universitaria... Buena parte de los Académicos de la Facultad son gente de edad avanzada, ¿a ellos hay qué mandarlos a tomar el Pumabús en vez de los jóvenes estudiantes? Hay condiciones para estacionar autos y desplazarse en Ciudad Universitaria, si no llenan el ojo de su noción de comodidad es otra cosa. Además... ¿no que no les alcanza para "Mits Op"?, ¿cómo es que tienen carro?
c) No hay libros suficientes en la Biblioteca Samuel Ramos.
Seguramente ya se terminaron los que hay... Una vida no alcanzaría para leer lo que hay ahí; Si quieren que haya 300 ejemplares de "El capital" para babearlos mientras escupen sus ideales por un altavoz pueden donarlos a la Biblioteca...
El ánimo de estar en contra de todo sugiere que nada de bueno se encuentra en el presunto antagónico... Quienes hemos recibido mucho de la UNAM le tenemos gratitud, ¿será que sus detractores no han recibido nada de ella (naturalmente no una educación) y es por ello que quieren a toda costa arrebatarle algo?