lunes, 28 de junio de 2010

Los Trolls de la UNAM

Troll










miércoles, 2 de junio de 2010

Los diez añitos de Ernestito

Diez años de la okupa: ¿qué han sido sino diez años de autocomplacencia y estéril rebeldía? Si el orgullo de la okupa es haber llegado a ser (¡en tan sólo una década!)un orgánico conglomerado de "colectivos"; la verdad de su historia se resume, patéticamente, en diez años de mantener a un grupo de paracaidistas en un auditorio, observando cómo se deterioran, poco a poco, los techos, pisos y paredes de las instalaciones "liberadas" que los rodean. Por supuesto que no se puede culpar a la okupa de haberle robado al auditorio una inmortalidad que está fuera del alcance de cualquier creación, natural o humana; pero creo que, sin la asistencia de los mencionados colectivos, es probable que el Justo Sierra se hubiera mantenido en óptimas condiciones al menos unas décadas más.

Así pues, aqui, por lo visto, lo único progresivo es el decaimiento.

¿De qué más logros, de qué otras conquistas pueden presumir la okupa; fuera de ser otro lingote de plomo en el pesado lastre que, dentro de la UNAM, ha impedido de forma sistemática que se realicen las adecuaciones que requiere la institución, y ser cómplices del envejecimiento prematuro del Justo?

La respuesta es: nada; ni logros ni conquistas ni nada.

Entiendo -porque así lo han manifestado algunos de sus simpatizantes- que la okupa esperaba (y aun espera) la masiva y espontánea respuesta de la comunidad a favor de sus proyectos de transformación. La realidad de la respuesta que han conseguido indica claramente, creo yo, que tal movilización no tendrá lugar, al menos en lo que resta de este siglo.

Pero la causa de este resultado (o la culpa, que es lo que más interés tienen siempre en determinar estas personas) no puden ser las condiciones, digamos, "ambientales" en las que le ha tocado nacer y prosperar a este movimiento; pues apenas puedo pensar en un caldo de cultivo más propicio. Solapados por las autoridades y aclamados por no pocos alumnos, maestros e intelectuales de dentro y de fuera, la okupa (y demás "opciones alternativas") cuentan con muchos más espacios y apoyos que cualquier otra corriente universitaria de opinión -basta con atender la programación de Radio UNAM para convencerse de esto-. Así las cosas, si la okupa quiere, de verdad, descubrir a los culpables de su empantanamiento, debería sentarse a pensar en el efecto combinado que tiene su inarticulada prédica y el pésimo ejemplo de sus incongruentes acciones.

Sin embargo, me queda claro que el prolongado lost weekend de la okupa ha tenido muchas repercuciones. Por ejemplo, diez años de inactividad son más que suficientes para desintegrar la tradición escénica de cualquier foro. A propósito de esto, no se me olvidan las palabras de José Luis Ibáñez: "en el teatro, un sólo día de interrupción es catastrófico. La parálisis es la muerte del teatro". Y para que no se me diga que me pierdo en abstracciones, quiero nombrar un elemento concreto de esa tradición perdida: el arte y la técnica escenográfica.

¿Qué pasó con los técnicos que operaban la luces, el sistema de sonido, el telón y demás componentes mecánicos del Auditorio? Una vez que la okupa "triunfó", privándolos de su lugar de trabajo, puede ser que algunos fueran reubicados; otros, quizás, aprovecharon la ocasión para utilizar la buena recomendación de haber trabajado en uno de los más amplios escenarios de la UNAM bajo la dirección de personalidades de la talla del citado Ibáñez, y se fueron, llevándose toda su experiencia. En uno u otro caso, estas personas ya no tuvieron la oportunidad de entrenar a una nueva generación de técnicos para beneficio directo de nuestra facultad: se perdió la continuidad, se extinguió la tradición, murió el teatro.

Cuando se vaya la okupa y finalmente abandonen el escenario esas sombras que hoy lo habitan (deambulando sin ningún propósito evidente, el vaso de chela en la mano) nos dejará una tierra más baldía que la del poema de Eliot, teatralmente hablando. Ése será su legado.

Y, como yo no espero que dejen entre la basura que no se llevarán ninguna clase de compensación en forma de espectaculares mejoras a la calidad de vida del universitario -pobre o rico, burgués o proletario-, creo que entre más pronto, mejor.

PD Interesante paralelismo -en mi opinión-: en el siglo XVII, el parlamento de la Mancomunidad de Inglaterra mantuvo clausurados los teatros de Londres durante, aproximadamente, diez años (otra década de descanso para los actores por cortesía de la revolución). A lo que se ve, los movimientos libertarios, republicanos, antimonárquicos, antipapistas y demás progresivos etcéteras se la traen, por alguna razón, contra las tablas. A lo mejor la okupa también considera que el arte escénico es un espectáculo depravado, que relaja la moral y pervierte las costumbres.

Testimonio en video