viernes, 11 de noviembre de 2011
Rectoría a concurso
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Asuntos forenses para reflexionar
Paros, protestas y otras confusiones
Desde el jueves pasado por la tarde las actividades académicas de la Facultad de Filosofía y Letras se vieron interrumpidas debido al "paro estudiantil" promovido por un grupo de activistas universitarios organizados en "asamblea". El objetivo de estos individuos era el de hacer pública demostración de la indignación que les causó el asesinato de un "tesista de la Facultad de Filosofía y Letras", delito que ellos, sin ofrecer ninguna clase de pruebas, afirman que fue provocado por el combate al narcotráfico que realiza el gobierno federal, además de insinuar que fueron las actividades políticas de la víctima la razón del crimen.
Por supuesto, el hecho de que se hubiera tratado de un "asesinato político" o no es por completo inmaterial, pues, incluso si ése hubiera sido el caso, no hay razón que justifique que, por tal motivo, nuestra facultad se vea obligada a detener sus funciones. En todo caso, se trata de una decisión personal el abandonar las labores académicas que cada miembro de la facultad realiza -como estudiante o profesor- en señal de protesta. Pero eso, evidentemente, ni le da derecho a ningún "colectivo", por numeroso que sea, a imponerle su voluntad a la comunidad en su conjunto, ni exime a ningún participante de la protesta de las consecuencias de su decisión, y cada uno de esos individuos deberá responder por su ausencia injustificada.
Pero esto último no agota la cuestión de la responsabilidad de los promotores del "paro", pues la obstrucción de funciones es un delito, y uno que es necesario considerar como muy grave cuando, como en el caso presente, se perpetra mediante amenazas y violencia. Y para que no se nos acuse de exageración, queremos aclarar que nos basamos, para afirmar lo anterior, en testimonios de estudiantes que, mientras "evacuaban" las instalaciones, se vieron sujetos al maltrato de los activistas.
En nuestra opinión, la actitud de las autoridades universitarias -empezando con el rector- ante esta clase de desórdenes ha propiciado que cada vez sea más fácil hacer de la UNAM un botín político, y utilizarla como medio para alcanzar fines del todo ajenos a sus objetivos legítimos; una situación por completo inaceptable para cualquier universitario responsable, independientemente de su filiación política.
Simplemente desde el punto de vista económico, hay que pensar en la ingente cantidad de recursos que, en lugar de ser invertidos en la educación y la investigación, son, o aprovechados por organizaciones políticas (no pocas de las cuales también se dedican a hacer negocios dentro del campus), o de plano tirados a la basura (salarios de profesores que no pudieron -o no quisieron- dar clase, iluminación de salones vacíos, rehabilitación de bardas pintarrajeadas, etc.)
El doctor Narro, entre otros altos funcionarios de abierta filiación izquierdista, no pierde oportunidad de divulgar su "preocupación" por mejorar la situación material de la universidad. Sin embargo, en los hechos, todos sus discursos se traducen en ignorar los vicios que impiden que una buena parte del presupuesto institucional se dedique a realizar su innegable potencial académico.
En lo que atañe directamente a nuestra facultad, quizás la deuda pendiente más urgente es la recuperación del auditorio principal, junto con todos los otros espacios que siguen estando ocupados de manera ilegal. Y mientras la autoridad atiende ese "asuntito", mucho le agradeceríamos que termine con los "paros" y demás ociosas muestras de descontento, dejándoles ver a todos los activistas, de la manera más clara y terminante posible, que a la UNAM uno no va a cultivar la "libertad" a costa de las responsabilidades.
viernes, 5 de agosto de 2011
Asamblea Supersónica (farsa en cuatro párrafos)
miércoles, 8 de junio de 2011
Bajos oficios
Esta mujer, me consta, disfruta su profesión, y la practica con una ética que no tendría nada de admirable, si no fuera porque, a como están las cosas, dicho comportamiento es más la excepción que la regla.
Yo lo que quisiera saber es dónde encuentra Narro, en un caso como éste, lo indecoroso, lo indigno para un universitario, lo humillante para un joven que quiere profesionalizarse. ¿Dónde? Si ya lo dijo Eraclio Zepeda en uno de sus cuentos: "todos los oficios son dignos; lo único indigno es no tener oficio".
Ahora que hay otra clase de indignidad: la de no realizar bien el oficio de cada uno. Como en el caso de Narro, precisamente: un individuo al que se le paga (demasiado, en mi opinión) para hacerla de rector; es decir, para garantizar que no se interrumpan las labores de la institución, y para vigilar la correcta utilización de sus cuantiosos recursos, entre otras cosas.
Sin embargo, la rectoría -gracias a bichos como Pepito- se ha convertido en una función puramente decorativa. Lo cual, además, es una gran paradoja, teniendo en cuenta que ni la presencia ni los discursos de NarroW sirven, ya no digamos para "decorar" ninguna clase de acto o recinto oficial, sino ni siquiera para entretener a la concurrencia.
Sus dislates más recientes (que no serán, mucho me temo, los últimos que tengamos que soportarle) son vergonzantes, una afrenta al sentido común y al tan cacareado "espíritu universitario". Y son el resultado de un ánimo desenfrenado por ser "reconocido", ser popular y aparecer en todos los periódicos, siempre del lado de "los buenos".
Pero esto último es imposible, porque los de a deveras buenos -para algo, para lo suyo- están en un lugar a donde él nunca llegará, trabajando en donde quieren o pueden, haciendo lo que saben hacer. Cosa que el señor rector, queda claro, ni está dispuesto a hacer, ni tiene la capacidad para hacerlo.
lunes, 30 de mayo de 2011
Pamba china...
lunes, 4 de abril de 2011
jueves, 10 de febrero de 2011
El principio de petición
Y como los problemas reales de la vida tienen la pésima costumbre de no esfumarse espontáneamente, la indolencia de esta clase de funcionarios públicos no habrá hecho más que permitir que un problema, que quizás no hubiera costado gran esfuerzo resolver de haberse atendido a tiempo, se convierta en el germen de una auténtica crisis, que consumirá, en el futuro, grandes cantidades de dinero y tiempo.
Sucede exactamente como si el ciudadano quejoso fuera un paciente que, aquejado de alguna molestia, acudiera al médico, sólo para encontrarse con que, haga lo que haga, lo único que consigue es que lo reciba la secre del doctor (hombre muy ocupado -auténtica eminencia- que nunca está en su consultorio porque se la pasa atendiendo congresos y no enfermos). A veces la secre le toma a uno el reporte, y otras nomás le dice que espere en su casa a que el doctor le confirme por teléfono la cita; y entre una visita y otra, el paciente deja de serlo porque se le agota la propiedad que lo define y, o se resigna a su triste suerte, o se toma las pastillas de la tía y acaba sirviendo para que futuros aspirantes a eminencias médicas hagan sus prácticas escolares.
Ahora bien, antes de que se me confundan ciertas personas, quiero dejar claro que no estoy presuponiendo que toda petición ciudadana es razonable, de ninguna forma. Lo que digo es que todas las quejas deben ser atendidas, examinadas y solucionadas, que no es lo mismo que aceptadas automáticamente por buenas.
En este sentido, en mi caso, de lo que me quejo tan amargamente es de que la Delegación Coyoacán se niegue, valiéndose de inumerables pretextos y de infinitas dilaciones, a darle una respuesta a mi petición; y en el caso de la "asambleaffyl", lo que hay que señalar es que sus demandas ya fueron solucionadas, es decir, su pliego fue atendido por la autoridad correspondiente, evaluado y, después, desestimado por improcedente (conclusión con la cual coincido).
Si deciden inconformarse con dicha respuesta, bueno, quedan otras instancias a las cuales pueden acudir, y muchísimas formas de demostrar su descontento de manera civilizada y sin estorbar la vida académica y la convivencia universitaria. Pero tienen el deber ciudadano (aunque, por desgracia, sospecho que carecen del valor moral) de reconocer que su petición sí fue atendida y solucionada. Por decirlo así, ellos ya pueden empezar a pensar en el paso 2 de sus gestiones; mientras que habemos ciudadanos que, injustamente, seguimos atorados (y, a lo que se ve, ahí nos quedaremos) en la fase preliminar de la nuestra.
viernes, 21 de enero de 2011
La "asambleaffyl" se renueva
Pero hay algo que es necesario sacar de los entretelones del entendido tácito en su discurso, y es que esa lucha, o discución, controversia, polémica... vaya, ese pleito callejero de jalón, mentada y escupitajo tiene dos, y sólo dos, protagonistas.
"En eeeesta esquina" está (de muy mal grado, pero qué le va a hacer -su culpa es, por andarse prestando a estos espectáculos-), la dirección de la facultad, con doña Gloria a la cabeza. Y en la otra, la "asambleaffyl". Y aquí está el asegún: la "Asamblea", si representa a alguien, es a ella solita, y no, de ninguna manera, al "estudiantado" en su conjunto, "la comunidad universitaria" toditita, ni a nadie a quien, por más que le vaya a los Pumas, le parezcan absurdas las peticiones (y los "mecanismos") de los asambleros.
Y hay muchas razones para dudar de la capacidad analítica de los pliegopeticionarios. Por ejemplo, afirma que en la facultad hay, exactamente, cinco mil y pico de estudiantes que no pueden pagar los precios de la cafetería. Cómo se enteraron, vaya usted a saber, porque no especifican su fuente en ninguna parte del blog. Quizás hayan adquirido una bola de cristal de última generación durante las vacaciones.
Sin embargo, el "programa de actividades" para este semestre se puede predecir sin necesidad de recurrir a complicadas maniobras esotéricas; y no hay, tampoco, que utilizar muchas palabras para resumirlo: más-de-lo-mismo. Más convocatorios, pancartas, reuniones, marchas, fintas... Gritos y sombrerazos.
Por supuesto, eso no significa que, al dejar de ser "novedosos", se hayan convertido en inofensivos.
Continuarán entorpeciendo el funcionamiento de la facultad, y seguirán dificultando la convivencia en el campus, entre otras cosas. Como de costumbre.