martes, 21 de diciembre de 2010

¿Vieron quién se asomó?


Antes de salir de vacaciones el águila que fuera vandalizada con pretexto de la conmemorar el 2 de Octubre de 1968 se asomaba ya por encima de las cuatro paredes de su caja; aunque la fotografía la muestra todavía en recuperación, podríamos esperar verla totalmente repuesta al iniciar el nuevo semestre.

¿Asunto arreglado?

Pues claro, las reparaciones del águila durarán hasta que sea menester vandalizarla de nuevo... Las paredes de las instalaciones universitarias sólo hay que pintarlas cuando son pintarrajeadas con motivo de alguna movilización y sólo hay que darle mantenimiento al Auditorio Justo Sierra cuando sus habitantes reclaman porque se va la luz...

Todo bien.

1 comentario:

  1. Y el problema con las pintarrajeadas es que luego queda el parche. Si uno se fija, los bellos muros de piedra volcánica de la UNAM -sobre todo, en las inmediaciones de esa plaza comercial con "conciencia" que es el Perisur de la Okupa- tienen un aspecto miserable. La razón es que es muy difícil (si no es que imposible) borrar la pintura de spray de esa superficie tan porosa, y lo único que queda es aplicar varias capas de pintura negra encima, lo cual tiene dos indeseables resultados: primero, al chico rato ya tienes la pared toda descascarada (sobre todo cuando los encargados de la pintada son sindicalizados, y no se molestan ni en retirar los papeles pegados), y segundo, le das en la chapa a las uniones blancas de cemento y piedra, que eran parte del efecto visual deseado.
    Una de las mejores muestras del irreparable daño que ha causado el "descontento social" (por así llamar a la figura que representa a todos los aktivistas con aspiraciones muralistas) es la pared de la Biblioteca Central que da a la Rectoría, y que está adornada con figuras de inspiración prehispánica, también hechas de piedra volcánica: el conjunto arquitectónico ha quedado desfigurado, debido a la acción conjunta de las pintas de don Descontento, y de las labores de rescate de los trabajadores de la UNAM.
    Lo hemos dicho una y mil veces: una cosa es la protesta y la movilización, y otra la estupidez, la ignorancia y el vandalismo.
    Quizás, si el salvajismo "universitario" se limitara a okupar su madriguera sin meterse con nadie, la Rectoría tendría cierta justificación para no "molestarlos". Por desgracia, andan sueltos como burros sin mecate. Y Narrito, como si nada.

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Enójese pero no me pegue

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