¿Qué tan enterados estamos de la organización interna del auditorio Che Guevara? Este ha sido un cuestionamiento recurrente. Sin embargo, frecuentemente, no ha sido un cuestionamiento dirigido al hermetismo okupa sino una pretendida crítica a los que nos oponemos a la ocupación ilegal de los espacios universitarios.
El pretendido argumento iría como sigue: "parto del supuesto de que no conoces realmente la situación interna y organización del auditorio Che Guevara, (probablemente si la conocieras estarías de acuerdo), pero si no estás de acuerdo es difícil que alguna vez te hayas adentrado, por causa de tus prejuicios..."
Hasta aquí podemos admitir como verdadera parte de la premisa. Muchos de los que nos oponemos no nos tomamos la (verdadera) molestia de ir adentro y preguntar cuáles son las directrices administrativas del lugar. Por ahora dejaré de lado el argumento de que no es necesario estar informado de los acuerdos internos entre okupantes y simpatizantes dado que la ocupación es ilegítima. Primero porque constituye una violación a las normas de la institución; segundo, porque más allá de la ausencia de justificación legal, las diversas organizaciones ocupantes se han cuidado de dar las evidencias necesarias para convencernos de que, más allá de la legalidad, sus acciones rebasan también el campo de lo moralmente admisible.
Pero dejemos continuar a quien imputa que no se puede criticar lo que no se conoce realmente: "... luego, habría que ver que la okupa es una organización que apoya los proyectos estudiantiles, habría que conocer la organización interna para ver que es preferible al tipo de organización que, por ejemplo, de hecho prevalece en la Universidad vía sus autoridades".
Lo curioso de este tipo de reproches, que velada o explícitamente, se suelen espetar al crítico de las ocupaciones, es que jamás van acompañados de una explicación de la normatividad que rige los espacios ocupados. El crítico al que no interesa (¡oh grave error!) integrarse a estas formas de hacer vida "estudiantil" tiene que cuadrarse a las imposiciones de los estudiantes políticamente activos (promoviéndose así un tipo de elitismo muy peculiar).
Así que agradeceremos encarecidamente que, no sólo los okupas, sino los que de hecho son los administradores o encargados de espacios como el cubo 300, el cubo Carlos Marx, la ludoteca o el café que está enfrente de la 2a sección de la biblioteca Samuel Ramos nos expliquen o publiquen en el sitio pertinente la normatividad que rige sus espacios. Para así cuando menos tener conocimiento de qué requisitos son necesarios para poder aprovechar los recursos que a ojos del, como siempre, crítico derechoso, parecen pertenecer a unos cuantos particulares.
A propósito, la UNAM cuenta con una instancia, la Dirección General de Atención a la Comunidad Universitaria. Cuyas atribuciones son aquellas que las personas afectas a los proyectos "autónomos" creen que son exclusivas de los círculos "de izquierda". La DGACU cuenta con oficinas en Ciudad Universitaria, teléfonos, un directorio y todo lo que hace falta para que cualquiera que tenga un proyecto vaya y lo exponga. Así como para que sea informado de los requisitos que hay que cumplir. La mentada DGACU no se adscribe a cierto credo politico ni asume que sólo en ese marco es posible promover actividades que estén destinadas a promover la formación ciudadana de la comunidad. Digo, porque los "derechosos" también somos ciudadanos.
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Enójese pero no me pegue