Es curioso, por su parte, el contribuyente ajeno al elefante blanco que es la UNAM piensa que no se debe subsidiar la educación de nadie, que el nivel medio y superior debe costearlo cada familia o estudiante, y naturalmente que si hay una parte del presupuesto otorgado a la universidad que termine en financiamiento del equipo de futbol, él y todos los virtuosos pagadores de impuestos están siendo víctimas de un atropello.
Muy brevemente hay qué decir que una institución de Educación Superior subsidiada por el Estado posiblemente constituye uno de los pocos inequívocos aciertos en la historia de México como nación, que no conforme con proveer a un sector de la población que seguramente no podría costear la Educación Superior de un hijo, provee la educación e investigación de más alta calidad en territorio nacional y buena parte del extranjero, y que se trata sin duda de un modelo a seguir por paises de primer mundo, y es sin duda un motor para mejorar las condiciones del país en el que vivimos.
En contraposición con el celo de los centavos que de su bolsillo se desviaran del reencarpetado de alguna avenida a la educación de alguno de nosotros, los pelados unamitas, está la postura de los okupas quienes deleznan al club Pumas, dicen de este que es un equipo rentado y un medio para embrutecer a la comunidad universitaria.
A través de los años he escuchado diversos vituperios contra los auriazules que recién obtuvieran el campeonato, y cuyo desfile por Ciudad Universitaria fue catalogado como un "desfile militar", pues rectoría impondría el modelo mercantil del club Pumas a Escuelas y Facultades, y -luego de una desinfección magistral- al audutorio que tienen secuestrado.
El Club Pumas, que ascendiera a primera División del balompié mexicano en 1954 fue en sus orígenes un equipo conformado auténticamente por jóvenes estudiantes de la máxima casa de estudios. La tradición oral dice que fue en tiempos de Enrique Borja que los salarios de los futbolistas comenzaron a subir. Al resultar inadmisible -e incosteable- pagar sueldos a jugadores que ganaran más que el Rector, entraron los patrocinios. Aunque la Directiva del Club Pumas sigue vinculada a la Universidad, es negocio de la Universidad parcialmente: Los contribuyentes no pagan con sus impuestos el equipo de futbol.
El espíritu absoluto desfila en Turibús por Ciudad Universitaria
¿Por qué odian tanto a los Pumas los ocupantes del Justo Sierra? Porque el Club Pumas siendo parcialmente ajeno a la UNAM sí está entrañado en el sentir universitario, en el pathos de los estudiantes y trabajadores, tal como ellos pretenden hacerlo y no lo hacen, pues pretenden representar el sentir de la comunidad universitaria, pero no representan más que el sentir de si mismos.
Podrán decir que es un equipo rentado y que su lugar lo podría ocupar cualquiera, pero darían lo que fuera por contar con la legitimidad del sentir colectivo que los Pumas ostentan y falsamente ellos presumen tener .
A ellos, los universitarios sí los queremos; a ustedes NO.
Tendría razón el contribuyente en protestar si viera que el dinero de sus impuestos se va para la directiva del Atlante o cualquier otro equipo de Futbol; no es el caso. Donde inequívocamente tendría razón el contribuyente es en que algún derecho tiene de decirle al seudo estudiante que se tarda diez años en terminar el CCH (si lo hace) que deje de haraganear: Sí, ser Universitario implica un compromiso con la nación. Sí, los ocupantes del auditorio Justo Sierra y otros sitios Universitarios secuestrados hacen quedar mal a la universidad que tiene una deuda con la nación. Sí, es preciso que se salgan ya de ahí.
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Enójese pero no me pegue